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Juan van Eyck, un ejemplo a seguir.


Mi primer comentario en el blog, aprovechando que tiene que ver con el mundo de la cultura, lo voy a dedicar a unos de mis pintores favoritos por los trabajos que hizo en su época, Juan van Eyck. La primera vez que tuve constancia de este autor fue en segundo de bachillerato cuando estudiaba Historia del Arte y desde ese momento lo he considerado una de las piezas claves del gótico.

Juan van Eyck, junto a su hermano Humberto, revolucionaron la pintura gótica con el uso de la perspectiva lineal y el sombreado en sus cuadros. Una de las cosas que más me llaman la atención de este pintor es el gran salto que da en la pintura con respecto a sus antepasados, e incluso con algunos de los pintores que le preceden. Juan van Eyck, a mi parecer,  consigue en sus cuadros un realismo que no se conseguiría de nuevo hasta la llegada de pintores como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel o Rafael Sanzio, sin menospreciar las pinturas de artistas como Massaccio o Piero della Francesca cuyo realismo de sus obras es mucho menor, perteneciendo todos estos pintores mencionados anteriormente a la época del Renacimiento, es decir, una época posterior al Arte Gótico.

Una de sus obras que más me llama la atención es El Matrimonio Arnolfini. Es un cuadro de interior, pintado en 1434 en Brujas,  que representa el rito nupcial. Contiene muchos detalles muy cuidados y minuciosos. Por ejemplo, en el espejo se puede ver el reflejo de dos hombres, siendo uno de ellos el propio pintor que incluso firmo el cuadro con la frase: “Juan van Eyck estuvo aquí”. Otra de las curiosidades, y que a simple vista no se puede observar, son los detalles tan perfectos que tiene bordado el marco del espejo, si observamos el marco de madera muy de cerca, se pueden apreciar diez medallones que representan las estaciones del Vía Crucis.

Fuera de lo técnico, el cuadro nos muestra otros detalles que hacen de este cuadro una gran obra. Como por ejemplo, la única vela que está encendida en la lámpara que hay sobre la cabeza del matrimonio simboliza el cirio con el que el padrino alumbra al sacerdote durante el oficio sacramental. De igual manera, Juan van Eyck, coloca en el centro del cuadro la mano derecha de la mujer sobre la mano izquierda del hombre, este roce es símbolo de festividad. El perro que se encuentra a los pies de la mujer representa el bienestar y la fidelidad.

En el cuadro también podemos encontrar rasgos de la escultura gótica, como la gárgola que hay junto a la mano de la mujer.

En definitiva, Juan van Eyck, es un pintor que desde la primera vez que vi sus cuadros me llamo mucho la atención y siempre lo utilizo para compararlo con los demás, ya que es muy interesante ver como un artista de esa época es capaz de pintar con tanto realismo, en comparación con los demás pintores de la época.


Atentamente, Ismael Vázquez. 

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