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Los necios han ganado...

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"Cuando una verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él." Jonathan Swift


Con esta cita, tan veraz como reveladora, comienza una de las novelas (por llamarlo de alguna manera, ya que los temas tratados por J.K. Toole transcienden los campos literarios) más interesantes e innovadoras de la literatura norteamericana contemporánea. Su nombre: "La Conjura de los Necios" (A confederacy of dunces, en inglés).


No voy a hablar sobre la historia ni sobre su trascendencia en nuestra cultura, para ello tenéis información y estudios en Internet que superarán en calidad todo lo que yo os pueda decir, sino que me centraré en el personaje principal de la historia: Ignatius Reilly.


Gordo, treintañero, machista, racista, fascista, onanista y reflejo de todos los "males" que en los años 60 sufría Norteamérica, Ignatius comienza su día a día como siempre: comiendo comida basura, despreciando a su madre (la cuál sufrirá en demasía por culpa de su "pequeño" Ignatius), y criticando todo lo que le rodea para luego, hipócritamente, utilizar todo lo que él dice que aborrece. Esta rutina se ve interrumpida por un accidente de coche que sufren él y su madre, el cuál le obliga a buscar un trabajo.


Con este punto de partida, Ignatius (gordo, machista, racista y onanista) se pone  buscar empleo en la América profunda. Prueba suerte vendiendo perritos calientes, en una oficina en una fábrica (la cuál lleva prácticamente al caos) o donde puede mientras desea un cambio a los valores medievales.  Toda esta actividad laboral y social a la que Ignatius está obligado a acercarse sirve como hilo conductor de la novela. 


Ignatius, para mí, representa a una sociedad que trata de cambiar, hipócritamente, mientras afianza cada vez más los valores sociales culpables de nuestra situación (homofobia, xenofobia, machismo, fascismo, etc..). Para ello, J.K. Toole utiliza a un personaje como Ignatius, el cual, resignado, se compara a sí mismo con Boecio (que aceptó sin queja su propia ejecución) al iniciar su actividad laboral. Pero claro, lejos quedan de Ignatius la dignidad y honradez de la que el hace gala y de la cual carece.


Basta de cháchara moralista por mi parte, ya es hora de llegar al fondo del asunto: Ignatius, eres nuestra sociedad, gorda, machista, racista, fascista y onanista. La diferencia es que nosotros no somos lectores.



Diego Villegas Lirola





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