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Menos internet y más papel.


                           
              No es fácil resumir en tan pocas palabras tanto desorden cultural como el que vive nuestra generación. Algunos dirán: "Oh, pero en la actualidad es cuando más se comparte la cultura y más fácil es el acceso a todo el contenido desde mi smartphone en unos pocos segundos". Si y no. Quizás se me tache de antiguo, pero si se te acaba la batería estas bien jo... En cierto sentido, podríamos compararnos con el mundo imaginario de Matrix. Si alguien te desconecta, vuelves a tu nave sucia y bajo el agua, sin capacidad de adquirir conocimientos inmediatos. 
        
             "¿Qué río pasa por Valladolid? Espera, que te lo miro en un momentito". A ver si nos enteramos, que por mucho teórico que ande suelto, la cultura más importante se lleva por dentro. La seña de identidad de cada uno se forja desde los primeros años hasta la adolescencia. Dentro de ésta está nuestra amiga (que no enemiga, como es para muchos) la cultura. La cultura es eso que te hace participar o no en una conversación. Es eso que te permite entrar a unos sitios o que te cierren la puerta en las narices. Es eso que hace que te veas igual aunque te quites la camisa y te pongas chándal. Nadie te la puede arrebatar.
           
            Reivindico la cultura propia, aquella que te proporciona seguridad cuando sales a la calle sin tarifa de internet en el móvil, aquella que no te hace quedar mal delante de nadie…
            ¿Que a qué viene esto? Hace unos días me atrajo un programa llamado “Lo sabe no lo sabe”. Básicamente el presentador hace unas preguntas de cultura general al primero que pasa por la calle. Pues bien, el nivel cultural de los españoles (resaltando a los más jóvenes) ha quedado relegado al de la posguerra, salvo por una razón: esta generación no se avergüenza de su incultura, es más, la lleva por bandera. Esto ya no es culpa ni de los smartphones ni de las nuevas tecnologías.

            Cuando era pequeño allá por los primeros cursos de la ESO, ya la mayoría de mis antiguos compañeros de pupitre proclamaban su incultura a modo de graznidos y bufidos hacia un profesor con poco carácter. “Esto no es normal, esto no es normal” pensaba mi joven cabeza… y menos mal, estaba en lo cierto.
               No puedo establecer una conclusión a esta reflexión cultural tan superficial. Lo que sí puedo es terminar con un plagio de Unamuno: “Me duele España”. Puede que sea demasiado joven para sentir esto, pero con el pastel tan grande que tenemos encima estoy seguro de que no soy el único que comparte este sentimiento.
Menos internet y más leer.
                    
                                                                                              Javier Yáñez Blasco.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bravo por la valentía que muestra al publicar una una entrada tan en contra del espíritu de los tiempos que nos tocan vivir! Un poco de aire fresco ante tanta zafiedad tosca y chabacanería que como un cáncer, lo infiltra todo. El dolor que aquejaba al ilustre bilbaíno parece anestesiado un siglo después, pues ¿quién sufre hoy por ser ignorante, quién se siente incompleto ante esa terrible sensación de no saber?. El grito desgarrador de España es el producto de años de embrutecimiento social progresivo alimentado desde las élites dirigentes y aplaudido fervorosamente desde los reality shows nocturnos de Mediaset por las masas huecas, adocenadas y alienadas situadas en un estadío superior a la que describiera Ortega. A los lectores de este blog que queráis preservar lo que aún os quede de libertad y capacidad crítica os aconsejo empaparos de conocimiento y no de información rápida como a la que hace alusión el texto. ¡Preservad vuestra integridad y vuestra identidad de los embates de tanta basura mediática!
"A solis ortu usque ad occasum". Una tragedia que desde el 98 los españoles hayamos perdido nuestro rumbo y naveguemos a la deriva.

Anónimo dijo...

http://spotlessmind3.blogspot.com.es/2013/04/deshumanizacion.html Resulta alarmante, y al mismo tiempo, palmario, que no haya que salir de este mismo blog para encontrar muestras de la ordinariez supina, la grosería mayúscula y la ausencia absoluta de sustancia gris que domina amplios sectores. Es nauseabundo que en lugar de escribir con pluma y tinta, se haga vomitando excrementos, ¿no cree?

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