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No sabía cómo decirle que la echaba de menos. Pero no sólo un poco. La echaba de menos a rabiar. Tanto que hasta mis huesos lo notaban. No sabía cómo explicarle que mi cuerpo se quedó vacío en el mismo instante en que desapareció por aquella puerta. Quise gritarlo, pero no pude. Las palabras simplemente no estaban, parecían no existir. No tenía ni idea de cómo contarle que todos mis pensamientos (los racionales y los incoherentes) iban sobre ella. No tenía el valor de explicarle la sensación de inestabilidad que abrazaba mi vida, ahogándola hasta el punto de no llegar a sentir ni el aire al respirar. Quería decirle que los colores no eran iguales; que el verde era amarillo, que el amarillo se había vuelto violeta  y que en realidad, yo todo lo veía negro. Quería hacerlo, pero no podía; no sabía cómo. No tenía ni idea de cómo explicarle que mis ojos no podían contener más lágrimas, que mis labios estaban cortados y que mis manos se habían vuelto ásperas. No lograba comprender cómo no podía decirle que mis sonrisas ya no salían y que mis carcajadas se desvanecían en el silencio. Yo, que no mucho tiempo atrás se lo contaba todo.

Pero, lo que más anhelaba y no sabía cómo decirle era que no sólo se me había roto el corazón. Algo más fuerte, más duradero y más importante yo notaba que lo tenía resquebrajado. 

Ella no sólo me rompió el corazón: me llegó a partir el alma.

ATTE: Denzel Washington.

¿Habéis tomado la decisión más grande de vuestra vida? Yo sí, con veinte años. Resulta curioso porque, desde un primer momento no me costó ningún trabajo decidirme, era lo que quería hacer y lo iba a hacer. De hecho, para mí, era la única salida.

A estas alturas cualquier entrada ya me cuesta porque es muy difícil no repetirme a mi (o algún otro más original que yo). Debo decir que de los otros blogs no he leído mucho. Eso no me va a impedir no ser tan políticamente correcto como mis compañeros. También debo decir que salvo pocas excepciones todos los blogs me parecen pésimos. Hay mucha gente (no todos) que no saben escribir, alguna falta de ortografía se la pasa a cualquier pero no saber construir una frase de forma correcta y coherente a estas alturas me parece increíble. De los contenidos no quiero decir mucho, hay personas interesantes que saben expresarse y gente aburrida que escribe trivialidades.
Respecto a las peleas, rivalidades y yo que se que no quiero comentar demasiado, me gusta lo que dicen mis compañeros respecto al trabajo en equipo y blablabla. Ahora mismo estoy más ausente de la facultad que nunca, pero si alguna día la cosa cambia soy el primero que le gustaría hacer algún proyecto (siempre y cuando no sea una chorrada).
Por último recordar a la gente que solo es un blog, no os lo toméis tan a pecho, ser pasota no siempre es malo.

Victor Stefanov

Bueno, me dispongo a ponerme las botas. La UMA..por dónde empezar...
Esta entrada sería una falacia si no menciono al queridísimo profesor de técnica y edición, humanista y filántropo Sebastián Mañas. Este señor se dedica a venir a clase y leer un powerpoint. Por lo que se deja translucir el tío entiende algo de la asignatura pero no tiene ninguna gana de transmitir sus conocimientos. Este amargado integral (y apocalíptico) se le cae el alma a los pies cada vez que pisa el aula y hace todo lo posible por hacerle la vida difícil a sus alumnos. Lo peor de todo este ser sádico disfruta haciendo sufrir a sus alumnos, aunque al final se cubra las espaldas con algun aprobado que otro para que tampoco nos podamos quejar demasiado.
Y ahora debo mencionar al antagonista último de esta nuestra facultad. Esta persona es un peligro para todo el que la rodea, y lo mejor es que no lo sabe. Metida en su mundo, Inmaculada Postigo Gómez (ay profesor, espero que este Gómez no tenga nada que ver con el suyo, por si acaso cámbiese el nombre), no sabe que su ceguera mental por mucho que este respaldada por buen humor tiene consecuencias nefastas para sus alumnos. Esta profesora que sospecho que no ha visto una película hecha y derecha en su vida pretende impartirnos la asignatura de guión. Como una cacatúa lo único que hace es sonreír y repetirse, no tiene ni la más remota idea de explicar nada (aunque ella piensa que una de sus metáforas nos ilumine y nos aclara todo) y, sumida en su cretinismo, nos lleva inevitablemente hacia un abismo literario en presente de indicativo. Aquí van unas frases en presente de indicativo en su honor: "El que sabe de guión es guionista" , "El que sabe de pedagogía es profesor". Una profesión más acorde sería cajera del Mercadona (sin ninguna intención de ofender a los que trabajan en dicho supermercado). A gusto me quedo.

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