Hace ya dos añitos que me crucé
con la Universidad de Ciencias de la Comunicación, en una jornada de Puertas
Abiertas. Sinceramente, iba un poco desorientada respecto a todas las carreras
y me topé de bruces con ésta. Me fascinó al instante. Pensé: “¡Una facultad dónde te enseñan fotografía,
te forman en cine, radio y TV! ¡Vaya pasada!”. La realidad, como suele
ocurrir, es bien distinta. No digo que me haya estrellado contra una pared al
elegir la carrera, pero mis expectativas eran algo diferentes (Ay, ilusa de mí).
No todas las asignaturas están
siendo de mi agrado (por no decir que me
parecen totalmente inútiles para una carrera como la nuestra) pero hay
otras que me ha encantado tener, y lo mismo me ocurre con el personal docente. Hay
muchos profesores que son estupendos en su trabajo y se nota que les apasiona
lo que hacen (algo que motiva bastante), y después, están aquellos profesores que…bueno, creo que sobran
las explicaciones. Eso sí, ciertas asignaturas deberían limitarse más a la
práctica y menos a la teoría. Que sí, que la teoría está genial, pero como no
nos preparemos bien a nivel práctico, ahí fuera, en el mundo laboral, nos comen
vivos. Y con esto quiero decir que no por mandarnos chorrocientos trabajos de “investigación” de más o menos 20
páginas escritas vamos a saber desenvolvernos en este mundillo audiovisual (ni mucho menos).
Y mejor no entro a hablar del
compañerismo que hay en la carrera porque me faltaría entrada (eso sí, hay excepciones, como en todas
partes). Pero lo único que voy teniendo claro cada vez más con la carrera
es que la formación que nos proporcionan con las asignaturas es mínima, y que,
o me busco por mi cuenta la vida y me voy formando con cursos y demás, o me veo
sirviendo hamburguesas en el McDonald’s
al terminar la carrera.
Mittens.
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