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Mis adicciones.


Es curioso, porque soy adicta a la televisión y no sé de qué hablar en esta entrada. He crecido frente a una pantalla. Me he visto todos los dibujos animados del mundo y, ahora, veo todas las series del mundo. En serio, es una enfermedad. No tengo demasiado filtro con las series, ni con la TV en general. Es más, lo admito y no me peguéis, pero puedo pasar horas viendo la MTV. Malditos realities americanos que me roban la mente… ¡Me he visto todas las malditas temporadas de “Jersey Shore”! Ya la versión española no, que esa me da más vergüenza ajena. Sí, tengo un problema.
Podéis llamarme friki, porque hay veces que me tiro delante de la televisión una hora entera limitándome a cambiar de canal sin parar...
Bendito Xplora de mi vida que me has salvado del aburrimiento en tantas ocasiones… ¿Sabéis que tiene un programa de casas de empeño? Fliparíais con lo que pretende vender la gente. Y “Buscadores de Fantasmas”. Ese programa es genial. Aun sabiendo lo falso que es me da miedo.
Y luego están las series. Ahí es donde mi filtro, definitivamente, se desvanece. Aunque bueno, esto es trampa. Internet es maravilloso y me permite realizar descargas ilegales de capítulos de las series que me dé la gana para verlas cuando quiera. Realmente no hago caso a la programación de la televisión para ver series más allá de Hora de Aventuras (quien no la haya visto no tiene alma ni sentimientos, ni amor propio tampoco).
Mi enfermedad con las series es hereditaria. Mis padres son los verdaderos culpables. ¿Sabéis esas series donde en todos los capítulos encuentran a un muerto y al final al asesino? Mis padres las ven todas. Y cuando digo todas, quiero decir todas. Y claro, monopolizan la tele grande del salón, así que a mí no me queda más remedio que sentarme con ellos…
Nuestro último gran descubrimiento es “The Following”, empezó siendo la serie más horrible (en el buen sentido) que había visto. Nos situamos en territorio norteamericano (cómo no) con un asesino en serie (¡sorpresa!). Pero, dios mío, este asesino en serie está obsesionado con Allan Poe y tiene a toda una secta alrededor de él que lo adora y le ayuda a cometer los asesinatos más desagradables del mundo. Vamos, que hasta la panadera puede ser una asesina sádica. Para sorpresa de todos, el único que puede encontrar al asesino y salvar a la humanidad (norteamericana) es Kevin Bacon. Y digo sorpresa porque Kevin Bacon tiene más pinta de asesino en serie que de héroe. Su nombre en la serie no lo recuerdo, pero es un personaje con problemas del corazón y unas movidas familiares extremas. Pese a todo lo desagradable que pueda resultar, aunque esta serie al principio me daba hasta pesadillas, ahora se ha ido relajando. Ni Kevin Bacon da tanta pena ni el asesino tanto repelús.
Y bueno, poco más. Estoy a la espera de que mi padre se descargue “Hannibal”, que también tiene que ser muy agradable y para ver en familia.

María Torres García

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