Yo crecí con la televisión, de pequeña era adictiva hasta el punto de poner una alarma durante el fin de semana para ver mis dibujos preferidos. Pero hoy en día puedo decir que estoy muy cansada de ella. Las razones por las cuales ya no veo la televión son múltiples. En primer lugar, puedo hablar de la omnipresencia de las publicidades. El corte de una película en pleno momento de una intriga, estar interrumpida por ver imágenes de coches, de lejía o cosas que no necesito o que no me son de interés en general. Además, las publicidades son muy largas por lo que paso una gran parte de mi tiempo viendo lo que no quiero. Es muy frustrante. Otro aspecto de la televisión que no me gusta son los programas o series y sus reemisiones, re-reemisiones y re-re-reemisiones. Te da la impresión que el contenido propio de la televisión está vacio y ya no te puede aportar algo nuevo, mientras que existe muchas cosas innovadoras que se podrían emitir. También, y sobre todo, puedo decir que la televisión tiene una representación del mundo muy propia, te narra hechos que no te deja una reflexión racional y autónoma. La televisión amplia tu pasividad, te impone programas que ver, informaciones que saber. Para mí es un instrumento de manipulación mental y no quiero que la redacción de cualquiera cadena elija lo que debería hacerme gracia o lo que debo de saber o no. Prefiero leer cosas que yo elijo y así poder hacer mi propia opinión con verdaderos informes de fondo. Cuanto más te alejas de un televisor más te realizas como persona.
Maud Deschamps.
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